La cerámica es, por su firmeza, una de las variantes más usuales al momento de vestir el hogar. Los cerámicos requieren un cuidado mínimo y son sencillos de colocar.
Es fundamental tener en cuenta dónde se va a colocar la cerámica, para de ese modo poder escoger el tono más acorde, la calidad de las baldosas o si se inclina por colocar un piso más resistente a climas complicados.
Por su parte, el suelo de gres está conformado por una base cerámica de pasta roja o blanca sobre la que se hace el diseño de la baldosa. El esmalte le da un aspecto distinguido y original. El gres porcelánico es una nueva versión de este tipo de suelo que se distingue del gres tradicional en que no se encuentra integrado por dos materiales, sino que solamente posee un material, natural o pulido, que resiste más a la abrasión y a las rayaduras.
Los suelos de madera son, por su calidez y atractivo, uno de los más habituales en los hogares españoles, no obstante, es más difícil su colocación, requiere cuidados periódicos y suele ser más oneroso que la cerámica.
El parquet es el tipo de suelo de madera por excelencia. Está formado por hojas de madera que se pegan directamente al cemento del suelo con pegamento de carpintero. La dificultad en su instalación hace que el parquet esté dejando de ser utilizado: requiere que la casa esté totalmente vacía para alisar el pavimento, adherir las tablillas y aplicarle barniz. Además, el intenso olor del barniz obliga a pasar unos días fuera del hogar.